Con un lenguaje que mantiene todo su realismo, apelando a la ciencia y a la experiencia, Juan de la Cruz da cuenta del hombre que tiene la experiencia de Dios, con rigor y amplitud de miras, atento al Espíritu Santo que habla en las Escrituras.

Juan de la Cruz (1542-1591), santo de la Iglesia católica y maestro espiritual universal, vive durante el Siglo de Oro español, cuando la Edad Media se aleja y el Renacimiento toma forma con el triunfo del catolicismo. Juan de la Cruz, poeta y erudito, responde a la gran necesidad de los cristianos de su tiempo describiendo las etapas de la vida mística de unión con Dios: de la noche de los sentidos a la noche del espíritu, para llegar a la unión transformadora en la que el alma se vuelve semejante a Dios.

Juan admira a los filósofos antiguos y vuelve a las fuentes del cristianismo, al tiempo que se expresa con originalidad dentro de la cultura de su tiempo. Declarado santo y doctor de vida mística por la Iglesia, el célebre carmelita, confesor de santa Teresa de Ávila, no cesa de atraer, más allá de los límites de la Iglesia, a poetas, estudiosos y buscadores de Dios, que reconocen en él a uno de los mayores maestros espirituales del cristianismo.

Dominique Poirot, prior del convento de los carmelitas de París, está considerado el mejor especialista francés en san Juan de la Cruz, al que ha dedicado varias obras de vulgarización (entre ellas una biografía). Ha dirigido, asimismo, la edición francesa de sus obras completas.