Saber cómo es un cuadro, implica no sólo mirar y analizar lo representado sino poder tocar y manipular un objeto, acceder a sus costados y reverso. Responder por qué y para qué un cuadro es cómo es, solo resulta posible si se establecen relaciones entre la teoría de la representación pictórica y el desarrollo de las técnicas necesarias para cumplir, o no cumplir, con esos principios teóricos. En este libro, a partir del análisis de 251 cuadros cusqueños de los siglos XVII y XVIII, se visibilizan un conjunto de rasgos materiales singulares, los que si bien guardan importantes semejanzas con el referente europeo, establecen una profunda ruptura conceptual y cultural con dicho modelo. La autora, cuestionando las categorías de análisis tradicionalmente aplicadas a estas pinturas, concluye que el cuadro colonial cusqueño no es exactamente un cuadro, sino que se constituye como otra modalid...leer más