La hazaña de Cristóbal Colón y de sus acompañantes abrió la puerta para que del continente americano fueran extraídas inmensas riquezas que tuvieron por destino Europa. A partir de tales sucesos el sistema capitalista naciente se desarrolló con inusitada rapidez; con el flujo de metales preciosos se activó tanto la industria como el comercio en diversos lugares del mundo. La Iglesia católica, apostólica y romana estuvo vinculada de manera simbiótica con las autoridades gubernamentales españolas, ello se reflejó, en nuestro caso, con el éxito para implantar patrones de conducta en el ámbito que Hernán Cortés bautizó como Nueva España. Desde entonces y hasta nuestros días, las instituciones religiosas han influido de manera determinante en la vida comunitaria de habitantes de nuestro país. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, la actuación tanto del clero regular como del secular de la Iglesia católica, contribuyó notoriamente a la conquista y colonización española. Los Borbón procuraron limitar su poderío político y económico, pero nunca rechazaron la contribución del clero secular, principalmente. En el siglo XIX algunas leyes de Reforma y la Constitución de 1857 fueron instrumentos para separar las funciones del clero de las gubernamentales. En el siglo XX, con el desacato a disposiciones de la Constitución de 1917, se propició la denominada Guerra Cristera. Las leyes referentes a las actividades de las iglesias y de las sectas se han modificado y el lector podrá dilucidar si han sido convenientes o no para la vida de los habitantes de México.