La de Johann De Medina es una voz hecha de jugos y juegos gástricos, lágrima, huellas sanguíneas, vísceras, todo en esdrújulas porque la sonoridad cuenta en poesía. Son fluidos de su sello personal, tanto como del país donde ya nada nos extraña, como que a un muerto lo dejen "en su sangre, / en un charco de la patria", con lo cual "se sabe más de las moscas / que del llanto de su madre". En Los Purgatorios que me habitan está presente también el sentido del humor con el que el poeta pide ser velado "en Gayoso / con el paquete delux, / bien maquillado / peinado a posteridad" o con el que reguetonea: "Sandunguéame las penas, / arremángame la vida con tu calor, / con tu ojos tuyos de bichota", mientras en otros versos aparecen ecos de César Vallejo: "¡Qué pena! / Yo supe el nombre de Dios / y él mi nombre no lo recuerda". Aparece asimismo el escrutinio de experiencias deslavadas de nuest...leer más