En 2014, la fundadora y directora general de Theranos, Elizabeth Holmes, era considerada como la nueva Steve Jobs: una brillante alumna que abandonó Stanford, cuya mágica nueva empresa prometía revolucionar la industria médica con una máquina, el Edison, que haría las pruebas de sangre significativamente más rápidas y fáciles. Respaldada por inversionistas como Larry Ellison y Tim Draper, Theranos vendió acciones en una ronda de recaudación de fondos que valoró a la compañía en más de nueve mil millones. Solo había un problema: la tecnología no funcionaba. Durante años, Holmes había engañado a inversionistas, funcionarios de la FDA y a sus propios empleados. Cuando John Carreyrou, periodista del Wall Street Journal, recibió un soplo de un exempleado de Theranos y comenzó a hacer preguntas, tanto él como el periódico fueron amenazados con demandas judiciales. Aun así, publicaron el pri...leer más