Con su estilo característico, tan claro y lúcido como sugerente y provocador, John Gray señala hasta qué punto el concepto occidental de progreso y su visión lineal del tiempo y de la historia son deudores del cristianismo, por mucho que en los últimos siglos se los haya querido investir con el privilegio de lo racional, de lo cientifista. Todo pensamiento revolucionario, utópico, ha estado profundamente marcado por el pensamiento apocalíptico del cristianismo primitivo y medieval, que se resumía en la espera de los últimos días y de la llegada de un acontecimiento salvífico que trajera la revelación. Y, por lo menos desde el Terror francés, los movimientos revolucionarios (ya se tratara de los anarquistas rusos, el bolchevismo, el nazismo…) se vieron casi siempre acompañados de un furor jacobino: para traer el nuevo reino había que destruir hasta sus cimientos el viejo mundo y aniqui...leer más