La edad de este hombre no tiene ninguna importancia. Puede ser muy viejo o muy joven.
Lo esencial es que no sepa dónde está y que tenga ganas de ir a cualquier parte.
Por eso, como en los westerns americanos, él siempre toma el tren en marcha. Sin saber de dónde viene (origen) ni a dónde va (fin). Y se baja en marcha, en un pequeño poblacho en torno a una estación ridícula.
Salón, cerveza, whisky. — ¿De dónde vienes, tío? — De lejos. — ¿Adónde vas? — No lo sé — A lo mejor hay trabajo para ti — OK.
Y nuestro amigo Nikos se pone a trabajar. Es griego de nacimiento, emigrado a los Estados Unidos, como tantos otros, pero sin un duro en el bolsillo.
El trabajo es duro y al cabo de un año se casa con la más bella chica del lugar. Se hace con una pequeña fuente de riqueza y compra unos animales para formar un rebaño.
Con su inteligencia, su sentido (...leer más