George Orwell afirmó célebremente que en términos políticos el sentido común no resultaba de mayor utilidad. Personas que en otros ámbitos de su vida se conducen con una lógica racional y coherente, en política albergan conceptos contradictorios sin advertirlo y se guían por prejuicios y pasiones que muchas veces desembocan directamente en el fanatismo. En Pobres magnates, Thomas Frank explora con una impresionante lucidez un fenómeno que parecería desafiar toda lógica común: cómo la derecha norteamericana logró dar la vuelta a la mayor crisis financiera desde la depresión de 1929 para convencernos de que las corporaciones que la ocasionaron, en especial, Wall Street, en realidad eran sus principales víctimas. Así, en lugar de que la crisis llevara a cuestionar el fanatismo de mercado y la desregulación financiera que permitió –una vez más– que las ganancias millonarias fueran privada...leer más