Misántropo, provocador, soberbio, retorcido, rencoroso, entrometido, abusivo, cruel, misógino, mezquino, son términos escasamente empleados para describir al autor de un libro cuando se busca persuadir al público lector de que tiene entre sus manos una obra colmada no sólo de malicia y desencanto, sino de profunda belleza y compasión. Son, sin embargo, apenas una muestra de la profusión de epítetos empleados por los amigos y enemigos (al paso del tiempo, indistinguibles) de Edward Dahlberg. Dentro de una obra desigual, que comprende libros farragosos y anodinos, y volúmenes notables como Do These Bones Live, Flea of Sodom o Because I Was Flesh (de la que James Laughlin, su editor, dijo: El Atroz Edward Dahlberg es el autor más ingrato que he publicado, pero es una obra maestra), el presente volumen es quizá el mejor punto de entrada a la escritura de quien se autodefinía como el enfan...leer más