La confianza es un conglomerado de actitudes, deseos, creencias, emociones y expectativas que impregna nuestra vida. Confiamos en las personas, las instituciones, en la naturaleza y en nosotros mismos. Por supuesto, hay diversas formas y tipos de confianzas con varios correlatos (prácticos y teóricos, concretos y abstractos…).
Pero si es imprescindible para nuestra vida también es necesaria para el engaño: sin confianza no hay traición. Cuando nos convertimos en víctimas, ponemos en marcha diferentes respuestas para hacer frente a esta ruptura y aparecen malestares porque… ¿Acaso confiar no implica establecer dependencias?
El filósofo Carlos Pereda se sumerge en este difícil entramado sabiendo, no obstante, que no hay que apostarle ni a una cultura de la confianza ni a una de la desconfianza, sino a una cultura de la argumentación o, lo que es lo mismo, de la responsabilidad.