En épocas en las que se rediscute si las máquinas son iguales o mejores que los seres vivientes, este libro es un grito y un piedrazo. El biólogo estonio, pionero de la etología retomado por filósofos como Heidegger, Merleau-Ponty, y Deleuze, insiste en que no es verdad que los animales sean máquinas de estímulo y respuesta, no es cierto que sean heterónomos, no se les hace justicia cuando se los imagina como imbéciles titiriteados desde el exterior. Si hay algunos animales que se han convertido en tal cosa, no es por culpa de la naturaleza, no es por deficiencia de su organización biológica, pues esta los faculta para vivenciar todo tipo de cualidades, componer un mundo exuberante y entretejer lo incalculable.
En un hermoso viaje por los experimentos, las hipótesis y las especulaciones del neovitalismo biológico del primer tercio del siglo XX, que parte desde los cristales y el...leer más