Nacido en los años declinantes del imperio de los Habsburgo, Robert Musil sirvió a su Majestad Imperial y Real en una sangrienta conflagración continental y encontró la muerte durante la guerra todavía peor que siguió. Mirando hacia atrás, llamaría a la época en la que vivió «una era maldita». Para Musil, el rasgo más obstinadamente retrógrado de la cultura alemana era su tendencia a separar el intelecto del sentimiento. Le parecía que la educación de los sentidos a través del refinamiento de la vida erótica entrañaba la promesa de elevar a la gente a un plano ético más alto. Deploraba los roles rígidos, que se extendían incluso al ámbito de la intimidad sexual, confirmados en su vigencia por las costumbres burguesas tanto de hombres como de mujeres. «Como consecuencia, se han perdido y sumergido regiones enteras del alma», escribió.