Si en su anterior obra, el estremecedor relato La balada del pitbull, el autor nos presentaba los márgenes más sucios, incorrectos y violentos de la sociedad urbana vividos por unos adolescentes, en Últimos ejemplares persiste esa perspectiva: la del abandono de la infancia, el tránsito de esta desde una forma de inocencia a otra en que la realidad adopta una mirada más cruel. Como trasfondo, un elenco de historias y personajes extravagantes, «últimos ejemplares» de «un tiempo en el que no hacía falta quedar con nadie para verse; uno salía y los amigos estaban ahí, en la calle».