Motivado por su amistad con el joven Larbi Layachi, Bowles decidió acometer la preservación de la cultura oral magrebí a principios de los años sesenta. Layachi no sabía leer ni escribir, pero se reveló como un maestro de la narración. Su historia, una autobiografía ligeramente velada, es contada con un punto de vista crudo y descarnado, desprovista de todo sentimentalismo o moralización.
Obligado a valerse por sí mismo desde los ocho años, Layachi trabaja de pastor, ayudante de panadero, vigilante, criado de una pareja de gays «nazarenos» y como pequeño traficante de kif en las violentas calles de Tánger durante el apogeo del postcolonialismo, y acaba dando con sus huesos en la cárcel, condenado a trabajos forzados en una cantera. La adversidad se cierne en forma de traición, denuncias, falsas acusaciones, decisiones producto de la ignorancia, corrupción o simple mala suerte. ...leer más