Parafraseando a Huizinga, que ideó Homo ludens, la urbe ludens consiste en tres bocetos de la ciudad: la ciudad lúdica, espacio para jugar, para festejar, para desarrollar la imaginación y la creatividad; la ciudad visionaria, espacio para la fantasía y la ensoñación, la ciudad como proyecto utópico; y la ciudad participativa, espacio sensible, interactivo, espontáneo, informal y alternativo. Observamos los espacios de la acción, las manifestaciones colectivas, los acontecimientos espontáneos y efímeros; cómo se configuran los espacios de la colectividad y la comunicación frente a las estrategias del poder, la sociedad del espectáculo, el mercado del ocio y la cultura de masas; las actuaciones «irregulares» y alternativas que forman el tejido lúdico de la ciudad al margen de la planificación y el diseño arquitectónico. Nuevas herramientas, cambios en la percepción, cambios metodológic...leer más