El genio literario de François-Réné de Chateaubriand, el célebre autor de las Memorias de ultratumba, da vida a unos parajes dotados de una belleza casi mítica, en los que sobreviven los restos de un extraordinario pasado. Chateaubriand, en las cartas que forman este libro, describe el país italiano con todo tipo de detalles y con constantes referencias al mundo clásico, cuyo recuerdo prestigioso lo impregna todo.

François-Réné de Chateaubriand (1768-1848) es una de las figuras literarias más destacadas del siglo XIX francés, autor de obras como El Genio del Cristianismo, que le valieron una inmensa popularidad en su tiempo. Su obra maestra son sus Memorias de ultratumba, aparecidas postumamente. Chateaubriand era un hombre de su tiempo y participó apasionadamente en los avatares históricos que le tocó vivir, lo que le procuró una vida llena de altibajos y extremadamente movida. Su Viaje a Italia, escrito a los 35 años, cuando Chateaubriand ya era una celebridad, consiste en una serie de cartas a amigos íntimos, notas y esquemas. A principios del siglo XIX, Italia es casi un país exótico, con lugares casi míticos como Roma y Nápoles, lugares de peregrinación de poetas y pintores, y las recién descubiertas Pompeya y Herculano. Chateaubriand da vividas descripciones de todos estos lugares con referencias constantes a su esplendoroso pasado. El espíritu de la Roma clásica, con sus emperadores, jefes militares, poetas y escritores, vive todavía en las ruinas que salpican la campaña romana y el autor la evoca con una característica mezcla de exaltación y melancolía muy románticas. Este libro de Chateaubriand, de escritura ágil e interesante, es una bella muestra de la literatura de viajes que tan espléndidamente floreció en su siglo.