La simple presentación del plan de la Guía de perplejos basta para mostrar que el libro está sellado con muchos sellos. Al final de su introducción, Maimónides describe el pasaje precedente de la siguiente manera: “Es una llave que nos permite entrar en lugares cuyas puertas están cerradas. Cuando hayamos abierto esas puertas y entrado en esos lugares, las almas encontrarán reposo, los ojos se deleitarán y los cuerpos descansarán de su fatiga y de su labor”. La Guía en su conjunto no es sólo una llave para entrar en un bosque, sino un bosque en sí misma, un bosque encantado y, por tanto, también un bosque encantador: es una delicia para los ojos. Pues el árbol de la vida es una delicia para los ojos.