Presento aquí al lector el texto íntegro –palabras y subtítulos– de mi película, Shoah.
En la pantalla, los subtítulos son lo inesencial. Reunirlos, sin embargo, en un libro, registrar, página a página, esta sucesión de instantes puros que mantienen en la película la escansión impuesta por el orden fílmico, les obliga a pasar, sin embargo, de lo inesencial a lo esencial; les confiere, de golpe, un estatuto diferente, una distinta dignidad y algo así como un sello de eternidad. Tienen que existir solos, defenderse solos, sin ninguna indicación de puesta en escena, sin una imagen, sin un rostro, sin un paisaje, sin una lágrima, sin un silencio, sin las nueve horas y media de cine que constituyen Shoah.
Incrédulo, leo y releo este texto exangüe y desnudo. Una extraña fuerza lo recorre de una a otra parte; él resiste, vive de su propia vida. Es la escritura del desastre y, p...leer más