En los últimos veinte años del siglo XX, una revisión radical y desestabilizadora convulsionó los presupuestos etnocéntricos del pensamiento antropológico, filosófico y político de Occidente. Estaba cambiando la geopolítica del planeta, y comenzaba a vacilar la proyección sobre las demás culturas de nuestras categorías de subjetividad, historia, soberanía, ciudadanía, universalidad o emancipación. La nueva actitud propició el florecimiento de estudios «poscoloniales», reunidos por la práctica del contagio. Desde entonces la contaminación entre concepciones a primera vista irreconciliables de la vida en sociedad se antoja más fructífera que el enrocamiento defensivo, mientras la migración de conceptos y principios sigue a la diáspora de los cuerpos de carne y hueso: pierde su connotación privativa para transformarse en un estado de elección. Estar siempre «fuera de lugar» ayuda de hech...leer más