El primer aire que respiré estaba perfu-mado con azahar de los campos de naranjos del Grao de Gandia.
Soy violero de formación autodidacta. En esta profesión que me regaló el destino he encontrado todo lo que necesito, el contacto íntimo con la madera y la música. Hacer que un material tan noble vibre con armonía es un acto mágico apasionante.
Entre virutas aromáticas de árboles que cantan, escribir poemas es tan solo una ne-cesidad primaria de desahogo cuando incu-bas versos porque la vida duele.