Fallas, escollos, sedimentos. Estas son las señales de Forrest Gander rastrea intentando reacoplar los guijarros desconchados de una voz arrasada por el duelo. En Estar con, Gander sondea las intermitencias de un dolor que compone y recompone un lenguaje que "quiere decir lo mismo / que se siente / que dice" y al hacerlo, revela una mente que sólo es capaz de pensar en el espacio que concede el presente del poema.
Gander, un hombre acostumbrado a detenerse en las superficies y hondonadas que describen las historias del mundo mineral, entiende el poema como un núcleo que compacta y condensa, que ensancha y transforma el momento en el que un hombre concibe "un reino más real que la vida". Un lugar donde el cuerpo reconoce su fractura.