No es el lenguaje lo que habla sino su descarrilamiento. ¿O su nacimiento? No soy yo en mi forma cotidiana de estar en el mundo la que escribe, esa personalidad (personaje) que protege ante el mundo.
Pero sí es Mi voz, la que se fue gestando en el estado alerta ante todo lo que el afuera trae u oculta. Es mi silencio abierto a escuchar el lenguaje antes de su big bang y mucho antes de su gramática. Pero también dispuesta a ser su big bang para proponer otras maneras de decir el mundo.
Escribir para que el lenguaje no me diga quién soy y dónde estoy, quiénes son los otros, lo otro, qué es lo que veo, lo que escucho y no se ve. Yo soy un animal que hace de los animales una metáfora. Y puedo nombrarme sin ayuda de dioses.