El título de este libro se vuelve aún más sorprendente cuando uno se entera de que el autor fue un reconocido profesor de Estética en la Sorbona, filósofo riguroso que dedicó su vida al estudio de la obra artística, autor incluso de un célebre Vocabulario de estética. O sea, alguien que se toma muy en serio la palabra “arte”.
En este libro, fundado sobre investigaciones del comportamiento y la psicología animal, y pleno de fotografías que traducen el asombro del autor, el filósofo estricto se rinde ante la evidencia misteriosa de que la vida ha esparcido por todas partes, en todo tipo de seres vivos, los medios de la creación artística. La gaviota no podría remontar una corriente de aire sin una sensibilidad activa frente a la forma del ritmo. Los ruiseñores no podrían dialogar cantando para marcar sus territorios sin una intención espectacular. ¿Qué decir del lujo de la perfecc...leer más