“El año 2015 me hizo entender lo que había sido el colaboracionismo: pude observar hasta qué punto el confort intelectual, carnalmente unido al instinto de supervivencia, impulsa a las mentes más brillantes hacia la complacencia y la cobardía. Bajo la fachada de la educación y la cultura se ocultan animales que, apenas pueden, corren hacia el plato más lleno y lamen las manos del amo que los golpeará menos fuerte. Ya sea que se trate de universitarios repletos de diplomas, de escritores elegantes o de polemistas de moda, la gran idea que se hacen de su propia persona amerita permitirse algunas traiciones o bajezas. Sacrificar el pellejo ajeno para salvar el propio les parece lógico, ya que están convencidos de estar por encima de todos. Pues pertenecen a la raza de los dominantes.”
Un minuto y cuarenta y nueve segundos cuenta una historia colectiva y su atomización instantánea u...leer más