Miguel Hidalgo fue apenas uno de rebeldes del Bajío. Aunque fue el primero y es sin duda el más famoso, el señor cura de Dolores no hablaba el mismo lenguaje ni padecía los mismos agravios ni –hasta donde se sabe– pensaba en los mismos términos o compartía los mismos sueños que quienes protagonizaron la insurrección popular más grande en la historia de Nueva España. Y no obstante, cuando pensamos en lo que empezó a ocurrir en Guanajuato en septiembre de 1810 seguimos teniendo la (mala) costumbre de decir la rebelión “de” Miguel Hidalgo.
Este libro se ocupa en cambio de esos trabajadores insurrectos. Más aún, en estas páginas se afirma que los campesinos del Bajío –los más de los cuales eran indios laboríos en la terminología del régimen colonial– se alzaron en armas con propósitos políticos, sociales y económicos que sus “líderes” apenas comprendían. La abolición del tributo f...leer más