Paleontólogo y teólogo, la influencia de su padre despertó en él desde temprano el sentido para la observación de la naturaleza. En 1899 entró en el noviciado jesuita de Aix en Provence, donde comienza su formación filosófica, teológica y espiritual. Entre 1908 y 1912 estudió teología en la Universidad de Hastings, periodo en el que realiza la primera síntesis de sus conocimientos científicos, filosóficos y teológicos a la luz de la evolución. La lectura de La Evolución creadora de Henri Bergson supuso para él «el catalizador de un fuego que devoraba su corazón y su espíritu». En 1911 es ordenado sacerdote. En 1926 es obligado a abandonar la docencia en el Instituto Católico de París y a continuar sus investigaciones geológicas en China. Tras la segunda guerra mundial regresa a Francia, retoma sus contactos con el mundo intelectual y es elegido miembro de la Academia de Ciencias. En 1951 se instala definitivamente en Nueva York, donde fallecerá el día de pascua de 1955. Autor de una vasta obra, en vida le fue prácticamente imposible recabar la autorización religiosa necesaria para publicar los escritos en los que delineaba su visión filosófico-religiosa. La publicación póstuma de sus libros ha dado lugar a un encendido debate. En esta misma Editorial han sido publicados Himno del Universo (3ª 2004), y Lo que yo creo (2005), verdadero compendio de su legado espiritual.