La integridad moral divide a los filósofos en moralistas duros y moralistas blandos: los apocalípticos de la virtud y los integrados en la realidad. Sin embargo, unos y otros convienen en tomar a la integridad como una virtud cardinal y en hacer que todo el asunto de la moral gire en torno a ella. En este libro, escrito un tanto a contracorriente de las grandes tendencias de la filosofía moral contemporánea, se sostendrá justamente lo contrario: que la iontegridad no merece tantos desvelos y que se equivoca quien la toma demasiado en serio.