Forjada por trabajadores migrantes «autóctonos», vertebrada por el ferrocarril y por la posibilidad de viajar escondidos en los vagones de mercancías, a finales del siglo xix y principios del siglo xx se desarrolló en Estados Unidos toda una contracultura, una auténtica contrasociedad dotada de sus instituciones, sus saberes legales —y sobre todo ilegales—, su jerga y sus taxonomías: la cultura hobo, la «Hobohemia». Con capital en Chicago y extendiendo su radio de influencia entre el medio oeste y el oeste de los Estados Unidos, todo un ejército de pobres, a los que no les faltaban las ganas de vivir y de adquirir conocimientos, se organizó en una sociedad paralela de la que apenas quedan algunos vestigios folclóricos y cuya autonomía fue «aniquilada» por el asistencialismo social en los años treinta. A pesar de que no es raro ver un hobo que se cuela como personaje secundario en los ...leer más