Diario de Signos rememora la época en que Cristóbal Serra residió en el puerto mallorquín de Andratx en lo que no es un diario clásico, sino un discurrir discontinuo de recuerdos poéticos y poemas en prosa. Ermitaño -en palabras de Octavio Paz- que habita en el secreto con tanta naturalidad como otros nadan en el ruido, Serra graba en la roca que sirve de puerta a su ermita cierto número de signos que tal vez otros ermitaños descifrarán.