La escritura es una piel que nos viste: por minutos somos otro que habla de nosotros y por nosotros siente que el tiempo se acaba. Pero cuando aparece el sentimiento de tristeza o alegría, entonces termina la escritura y la piel se rasga. A caballo entre la filosofía y la mística, Oriente y Occidente, la poesía y la prosa metafísica, este sutil texto de alto lirismo rehuye las clasificaciones demasiado estrechas y se inscribe en una tradición de obras de carácter universal que no son sino una búsqueda de lo inefable en las profundidades de la escritura en cuanto tal. Un sinfín de referencias manifiestas o alusivas teje una urdimbre que une los fragmentos, a modo de palimpsesto cultural: escuchamos una voz única en un soliloquio sagaz y ensimismado, que a la vez hace resonar un murmullo de otras voces ineludibles -místicos, filósofos, eruditos de la cultura, poetas, artistas, cineastas...leer más