El pensamiento y lo moviente (1934) es el último libro de Henri Bergson. Y no es poco decir en un pensador que arrastró desde siempre una intuición única. Intuición desplegada en un abanico multicolor, y no obstante única. Tal intuición es, para el filósofo, algo simple, infinitamente simple, tan extraordinariamente simple que el filósofo jamás ha llegado a decirla. Y por eso ha hablado toda su vida.
Solamente quien posee una visión puede filosofar. Y la suya era la de una vida sub specie durationis, inserta en el flujo continuo e indivisible de la realidad, entablando con ella una larga camaradería, ganando su confianza. El filósofo, a la manera del buen sastre, trabaja “a medida”, un traje para cada ser, aquel que le calza, que es el suyo. Pero mientras tanto el ser se ha convertido en algo huidizo, por tanto el esfuerzo del filósofo es singular, y su herramental clásico –anal...leer más