Mientras que la mitología y la historia griegas destacan la figura, la presencia y el papel de la mujer y hacen de ella un ser poderoso, lleno de posibilidades y de proyectos, la democracia griega –el modelo ideal de organización social para el mundo occidental– la considera un animal doméstico y, enfrentándola al hombre como animal político, relega su participación a un segundo plano en el proceso de construcción y defensa del Estado.
Dos milenios después, la situación sigue siendo, en esencia, la misma. Y no solo en el mundo occidental. Dirijamos la mirada hacia donde la dirijamos, en el mundo entero la mujer sigue siendo considerada un ser incompetente, incapaz, imposibilitado por naturaleza para ejercer el poder, para gobernar, para tomar en sus manos no solo su propio destino sino, sobre todo, el de la sociedad a la que, aquí y allá, pertenece y a cuya construcción hace un...leer más