La imagen de la Naturaleza imperante a partir de la revolución científica es la de una maquinaria cuyos movimientos pueden ser predichos y, por tanto, controlados. Consecuentemente, el antiguo asombro y veneración por el mundo natural se ha ido transformando en una actitud puramente cuantificadora, ergo mercantilista y fría. Pero es posible proyectar sobre la Naturaleza una mirada distinta: la que, reconociendo nuestra implicación en ella, la percibe como un sujeto sensible y dialogante que participa de la misma vitalidad que nos anima. Semejante enfoque cuenta con el sostén de la ciencia natural y sus resultados (diríase incluso que vuelve a ser posible gracias a algunos de ellos). Se trata de una ciencia más próxima a la filosofía, en el sentido original y profundo del término, anclada en referentes tan reconocidos como Edgar Morin, Ilya Prigogine, C.G. Jung, Henri Bergson o la filo...leer más