El profesor describió al jovencito como un poco afectado, juicioso y dulzón, pero Arthur Rimbaud ya decía entonces de sí mismo que no tenía corazón.
Llamó a su preferencia sexual vicio secreto y confesó conocerla desde que tenía uso de razón.
Afirmó que en Grecia los versos ritmaban la acción y que después solo ha habido generaciones idiotas de letrados y versificadores que han acumulado productos de la inteligencia muerta, y que los viejos imbéciles nunca encontraron el verdadero significado del ser.
Se propuso hacerse vidente desarreglando los sentidos y experimentando todas las formas del amor, del sufrimiento y de la locura hasta agotar todos los venenos para conservar de ellos la quintaesencia y llegar a ser el gran maldito y el supremo sabio. Además estimuló su voluntad con ajenjo y hashish para situarse en la crápula.
Verlaine, que ya tenía prestigio...leer más