Para conocer otra religión es necesario “compartir la vida” con los que creen en ella. La palabra que designa este compartir la vida es precisamente “hospitalidad”: sin la práctica de la hospitalidad no sería posible conocer otra religión tal y como la viven otros creyentes.
He aquí un libro que toca el corazón del verdadero diálogo interreligioso y que no se refiere a doctrinas sino al sentido que la vida representa para nosotros cuando vivimos nuestra religión. La hospitalidad exige siempre la práctica, la acción y, en definitiva, el amor, este amor que es la condición para el conocimiento.
Invitar a un extranjero a sentarse a la mesa es el acto de hospitalidad por excelencia. Y es que la hospitalidad pide más que un compartir techo, pide comer juntos y esta “convivialidad” es un acto eucarístico en su pleno sentido.
Raimon Panikkar