Lograda la «globalización», todos: pueblos y hombres, nos sentimos formando parte de un único Mundo. Percibimos por eso que las diferencias que separan entre sí a unos y a otros ya no son absolutas sino relativas. Sucede como si estuviéramos disfrutando la realización del ideal de la humanidad cumplida, a pesar de que reconozcamos que se trata de un cumplimiento cuando menos irónico. Esta situación que nos integra sin remisión a todos en el mismo Mundo es insólita en la historia y supone una radical trasformación de los marcos conceptuales que han venido delimitando hasta ahora quiénes son y qué significan «los otros», una trasformación que presagia incluso la desaparición de su presencia, su persistencia sólo en la ocultación o el enmascaramiento. «Los otros» se han convertido en un interrogante y esto nos impone que aprendamos de nuevo a mirarlos.
Miradas a los otros. Dioses,...leer más