París ha sido una de las ciudades más influyentes del mundo, pero
durante los días del Segundo Imperio constituyó el prototipo de la
modernidad tal como ésta ha sido codificada canónicamente. Durante
el periodo que transcurre entre las revoluciones fallidas de 1848
y 1871, experimentó una transformación realmente impresionante. El
barón Haussmann orquestó la remodelación física de la ciudad, reemplazando
su trazado medieval por los grandes bulevares que dominan
su fisonomía hasta el día de hoy. Igualmente, durante esta misma
etapa se verificaron tanto el surgimiento de una nueva forma de capitalismo
dominado por las altas finanzas como la emergencia de la
moderna cultura del consumo.
Los imparables cambios sociales y físicos provocaron la novedosa
respuesta del «movimiento moderno», pero también dividieron más
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