Cuando en 1897, Robert de Montesquiou quiso incluir en su recopilación de textos críticos, Roseaux pensants (Juncos pensantes), un alegato “pro domo” en forma de “requisitorio” con el título de “Nosmet”, escogió poner como exergo una frase de Stendhal cuya “actualidad” seductora merece que la citemos: “Podría hacer una obra que no me gustara sino a mí y que no fuera tenida como hermosa sino en el año 2000”.
Las relaciones de Montesquiou con Proust, desde 1893 hasta la muerte del poeta, en 1921, conocieron diversos avatares. Su abundante correspondencia, de la que se hallará aquí una selección “ejemplar”, y los artículos consagrados por Proust a Montesquiou, entre los cuales están los reimpresos en este volumen, revelan bien el modo de ese intercambio o mezcla de “amor y odio”, característica de las amistades verdaderas, y también la influencia del poeta, esteta y hombre de mun...leer más