“Permitan que cien flores florezcan, que cien escuelas de pensamiento disputen”. Tal era la consigna de la Campaña de las Cien Flores de 1956 que, como tantas otras veces en la historia de la República Popular China, detrás de la promesa inicial de una democratización de la crítica al Partido, ocultaba un ajuste de cuentas entre sus diversas facciones burocráticas y concluía en la caza ideológica de los supuestos herejes. Las escuelas de pensamiento aludían a la ciencia, las flores, a los escritores y artistas. No en China pero en buena parte del resto del mundo brotarían por la misma época cientos de miles de retoños, en este caso musicales, al calor del quemante sol de las ideologías, en el preciso momento en que tantos intelectuales se empeñaban en decretar su fin. La Guerra Fría, las nuevas sociedades de la afluencia, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, el fi...leer más