¿Cómo logra un teólogo dedicarse a un trabajo intelectual riguroso sin por ello descuidar su vida espiritual orientad a la oración y a la contemplación? ¿Cómo se pueden armonizar estas dos facetas en la vida real? Las mismas cuestiones que hoy en día pueden inquietar a un estudiante de teología preocupaban también a San Buenaventura, religioso franciscano del siglo XIII. Él señaló una solución de validez imperecedera ya en aquel entonces: La teología -que él definió como sabiduría, como don concedido por el Espíritu Santo - tiene como único fin elevar a la santidad al estudioso que se dedica a ella y puede, por esta razón, ser ella misma un vehículo espiritual. Este estudio claro, conciso y revelador de Charles Carpenter, situado en una de las principales corrientes de la teología contemporánea, es una excelente introducción a la vida y obra de San Buenaventura y a la espiritualidad f...leer más