Rousseau, desde 1772 y hasta finales de 1775, en el mayor secreto, compone estos kafkianos diálogos, escritos sin continuidad, “durante cortos periodos”, porque le era imposible, según él mismo dice, mantener la tensión. (Raymond Trousson, Rousseau).
Escritos entre 1772 y 1776, y publicados póstumamente, estos Diálogos, una de las últimas obras que escribiera Jean-Jacques Rousseau, constituyen un complemento a la vez que una prolongación de sus Confesiones. Textos delirantes a primera vista en los que un Rousseau, aquejado desde hacía tiempo de manía persecutoria, emprende la imposible tarea de justificarse a sí mismo ante el mundo y defenderse de todas las injustas acusaciones y complots imaginarios que en su alucinada lucidez veía urdirse a su alrededor. Rousseau, el hombre, se erige entonces en juez de Jean-Jacques, el filósofo, autor de algunas de las obras (Emilio, La nueva...leer más