«Señores, ¿os gustaría escuchar un bello cuento de amor y de muerte?» Nada en el mundo nos podría gustar más. Efectivamente; este comienzo de Tristán e Isolda, en una de sus versiones primitivas, es el prototipo del arranque de un relato novelesco. Establece la concordancia entre el amor y la muerte; despierta en nosotros las más profundas resonancias.
Amor y muerte, amor mortal: si no es toda la poesía, es al menos todo lo que hay de popular, todo lo que hay de universalmente emotivo, en nuestras literaturas. El amor feliz no tiene historia. Sólo el amor mortal es novelesco; sólo el amor amenazado y condenado por la propia vida puede ser exaltado por el lirismo. Es un dato constatable: el hombre occidental, a través de su literatura y de su lírica, ama por lo menos tanto lo que destruye como lo que asegura «la felicidad de los esposos». ¿De dónde puede venir una contradicción ...leer más