El libro de Chloé Delaume es el relato de una reminiscencia. Remonta el tiempo con el fin de hacer volar en pedazos un pasado opresivo. Su virulencia tiene la potencia del grito. Verdadero leitmotiv de la novela, la metáfora del reloj de arena se propaga, se ramifica: dibuja la figura central y traumatizante de un padre «sedimentario» y de una «hija del limo».
Ni patetismo ni complacencia. Sino la tentativa, en la edad adulta, de responder a la interrogación de una niña, tentativa hecha posible por cierto dulzor de la ironía. Todo pasa por el prisma de una lengua singular, desbordante de invenciones. El estilo es desmedido, a veces lapidario, a veces abisal. Las palabras se atropellan, se vuelven invasoras, hasta dar una impresión de fusión.
El grito del reloj de arena obtuvo en Francia el Premio Diciembre del año 2001.