Ya han pasado casi treinta años desde que se implantó en México un orden de libre mercado sustentado en una ideología de corte neoliberal, y los resultados de ese cambio en el destino del país no han sido buenos, al menos para la mayoría de la población. La modernidad laboral y la organización sindical no han logrado adaptarse la una a la otra y el Estado y los empresarios no han hallado la manera de resolver la situación, sobre todo por sus propios intereses.