Una escena es todo: Estoy sentada bajo los rayos del sol, observo un abejorro que vuela sobre el cantero, de una flor a otra. Así comienza una de las cartas, titulada “Origen”. Quien pinta la escena es la que fuera mujer de Jakob von Uëxkull, destinataria de estas Cartas biológicas, de 1920. Ella pregunta por dos seres que no tienen en apariencia nada que ver pero que parecen estar hechos uno para el otro. Pregunta musical, pregunta por el amor del mundo. En otra carta habla de los hilos invisibles que hacen caer la manzana de Newton. Otra escena… y luego desaparece.
El biólogo toma su pluma, busca explicar(se) la vida de los mundos. A poco de andar descubre que, en tanto se considere a los seres-sujetos, no hay un mundo, sino muchos, tal vez uno por cada ser. La noción de umwelt (mundo circundante) surge brillante, llamada a tener la más vasta influencia sobre el devenir de la...leer más